Cónclave es la nueva película del realizador alemán Edward Berger, nominada a 8 premios Oscar, entre ellos Mejor película y mejor actor para Ralph Fiennes. Al que acompaña un elenco formado por Stanley Tucci, John Lightgow, Sergio Castellito, Carlos Diehz e Isabella Rossellini también nominada como Mejor actriz de reparto, entre otros actores que en su totalidad interpretan personajes religiosos.
La historia, basada en la novela homónima de Robert Harris, se
centra en el cardenal Lawrence (Phiennes), quien cumple la función de decano,
que preside el cónclave que da origen título, en el que un nuevo Sumo
Pontífice. Reuniendo a la totalidad del Colegio Cardenalicio, en una
convivencia en la que salen a la luz las miserias y secretos de cada uno de
ellos, mientras son evaluados por el resto para decidir si los votan o no para
ocupar el puesto de mayor jerarquía dentro de la Iglesia Católica.
En primer lugar es necesario aclarar que se trata de una
película de ficción, pero que retrata con suma verosimilitud este proceso, a
diferencia de la payasesca «Angeles y Demonios» (Angels & Demons, Ron Howard 2009), por
ejemplo. Lo que puede apreciarse en el uso de diferentes planos detalle de la
vestimenta y los objetos que se utilizan. Así como también se dedican varios
minutos a mostrar los diferentes protocolos y liturgias, que respetan un rito
de tradición milenaria, que a pesar de desarrollarse en secreto busca
transmitirle objetividad a sus fieles.
Así como también es necesario destacar que su director busca
mostrar con la mayor fidelidad posible las diferentes posturas de los miembros
que conforman la Iglesia Católica, presentes en cada personaje, lo que queda
claro en la postura conservadora del cardenal Tedesco (Castellito) y el
progresismo del cardenal Bellini (Tucci). Dando lugar a una gran cantidad de
subtramas que se alternan de forma aleatoria, cuyo denominador común es el
cardenal Lawrence, que comparte su punto de vista con los espectadores. Y en su
afán de hablar de todos los temas, abordando cuestiones teológicas, políticas,
morales y científicas, corre el riesgo de dispersar su atención, especialmente
en la segunda mitad, donde pierde fuerza la expectativa sobre quién va a
terminar resultando elegido.
En conclusión, Cónclave es un thiller que fusiona lo político con
religioso, donde se aborda con verosimilitud uno de los rituales secretos más
antiguos del mundo. Para provocar principalmente a los espectadores que
profesan la Fe Católica, con el objetivo de generarles una duda que derive en
la investigación y el debate.
PATRICIO
FERRO
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