Para meditar en estos días de Adviento, en la espera gozosa del Acontecimiento que renovó definitivamente la historia universal: el nacimiento en la carne del Hijo Eterno de Dios, nuestro Señor Jesucristo, de las entrañas purísimas de Santa María Virgen, Madre de Dios.
Quiera el Buen Dios que lo vivamos en plenitud y en su significado más profundo: la salvación del hombre caido por el pecado.
Que la estrella de Belén nos anuncie el gran Misterio y nos guíe para ir a adorar al Mesías, el Hijo de Dios, recién nacido.
¡Gloria y honor sean dadas a nuestro Dios y Salvador Jesucristo, por los siglos de los siglos!
AMÉN
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