Biografías. Hugo Wast

 

Gustavo Adolfo Martínez Zuviría ―también conocido por su seudónimo Hugo Wast― (Córdoba, 23 de octubre de 1883 - Buenos Aires, 28 de marzo de 1962) fue un escritor y político argentino. Simpatizante del franquismo español, alcanzó notoriedad por sus novelas, algunas de las cuales fueron adaptadas al cine, por su acción pública como diputado y ministro de instrucción pública, cargo desde el cual implantó la enseñanza ordinaria aunque no obligatoria de la religión católica en todas las escuelas del país, y por su ferviente militancia religiosa y nacionalista, así como por su antisemitismo Fue ministro de Educación en 1944, durante la dictadura del general Pedro Pablo Ramírez.

Gustavo Martínez Zuviría nació y estudió en la ciudad de Córdoba, en el seno de una rica familia de tradición militar. Recibió instrucción primaria en el Colegio Santo Tomás, bajo la dirección de la orden de los escolapios; desde su infancia mostró vocación por la literatura y publicó alguna obra juvenil en los periódicos locales, en la que mostró ya predilección por los temas del heroísmo romántico que desarrollaría más tarde.

En 1902 comenzó estudios de derecho en la Universidad de Santa Fe; mientras tanto, continuó su producción literaria, acometiendo durante las vacaciones su primera novela, Alegre, que vería la luz tres años más tarde. Escribió también teatropoesía y ensayo, defendiendo el creacionismo del dogma católico ante la teoría de la evolución.

Publicaría un volumen de versos y uno de cuentos aún antes de recibirse de abogado en 1907; su tesis de doctorado en derecho, titulada ¿Adónde nos lleva nuestro panteísmo de Estado? Comenzó a escribir artículos para el periódico conservador La Nación y la revista satírica Caras y Caretas mientras emprendía la redacción de una segunda tesis, más modesta, titulada El salario, con la que se doctoraría a fines de ese año. Mientras tanto, publicó en Madrid otro volumen de versos y su segunda novela.

En 1937 fue nombrado presidente de la Comisión Nacional de Cultura por el presidente Agustín Pedro Justo. En 1941, tras la intervención de la provincia de Catamarca por el gobierno federal, fue nombrado interventor de la misma. En 1943, en el convulsionado clima político tras el derrocamiento de Ramón Castillo, el dictador Pedro Pablo Ramírez lo designó Ministro de Justicia e Instrucción Pública. Una de sus primeras medidas fue instaurar la enseñanza de la religión católica optativa en todas las escuelas públicas del país mediante un decreto de la dictadura que en 1946, ya bajo el gobierno de Perón, fue convertido en ley.

El prestigio de Martínez Zuviría estaba en ese momento en su apogeo; de esta época datan la mayoría de sus colaboraciones con el cine, adaptaciones de sus novelas La que no perdonó (1938), La casa de los cuervos (1941), El camino de las llamas (1942) y Valle negro (1943). ​En 1944, sin embargo, recibió un duro golpe cuando el cónsul alemán en Argentina fue descubierto realizando tareas de espionaje para el Eje; la publicación nacionalista El Pampero reveló la intervención de Martínez Zuviría en el asunto, y debió renunciar a su cargo. Poco más tarde el dictador Ramírez fue obligado a renunciar a la presidencia de la nación. Ante la evidencia de la derrota del Eje en la II Guerra MundialClarinada dejó de publicarse en 1945.

Martínez Zuviría vio con buenos ojos el gobierno de Juan Domingo Perón mientras mantuvo buenas relaciones con la Iglesia católica. Sin embargo, las medidas favorables a los judíos del gobierno de este ―que permitió por primera vez a los conscriptos judíos celebrar sus fiestas religiosas, reconoció la legitimidad del Estado de Israel y estableció relaciones diplomáticas con este, entre otras medidas― lo llevaron a alejarse, esta vez definitivamente, de la acción política.

La acomodada situación de Martínez Zuviría, que a la fortuna familiar había sumado los abultados ingresos por derechos de autor de su obra literaria y la jubilación como diputado nacional ―equivalente ―, le permitió dedicarse a escribir exclusivamente en estos últimos años, sobre todo acerca de temas religiosos. En 1954 recibió la condecoración de la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio del gobierno franquista. Hacia fines de esa década su salud comenzó a declinar visiblemente a causa de una infección pulmonar. El 28 de marzo de 1962 falleció en su casa, y fue enterrado en el panteón familiar del cementerio de la Recoleta. Al morir se habían vendido más de tres millones de ejemplares de sus libros.

En 2010, el INADI propuso cambiar el nombre de una calle de la ciudad de Córdoba que lleva su nombre (en el barrio Cerro de las Rosas). La propuesta consistía en sustituirlo por el nombre de una de las representantes de Abuelas de Plaza de Mayo, Sonia Torres, pero no prosperó.



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