Otra vez el genial Santo Tomás.
La culpa del machismo la tienen los médicos. Tanto Hipócrates
como Galeno pensaron que la mujer era un varón enfermo. Esta idea la deducían
de la particular teoría de la generación según la cual el semen era el elemento
activo y la sangre menstrual el pasivo. Lamentablemente esta supuesta debilidad
biológica se proyectó hacia otras dimensiones: la mujer era un ser inferior por
naturaleza, inferior psicológicamente, socialmente y moralmente. Mea culpa, mea
culpa por los viejos galenos. Lo
interesante es que Tomás, aceptando como no podía ser de otra manera, las ideas
científicas de su tiempo, rescata a la mujer mediante la distinción entre
naturaleza individual y naturaleza de la especie. Según la primera, es decir,
la mujer vista individualmente, puede ser biológicamente inferior al hombre y
algo ocasional; pero en cuanto a la naturaleza específica, no: al contrario, la
mujer es "de intentione naturae". Esta expresión latina es muy
fuerte: "intentio" indica no solo intención sino una intención
expresa, dirigida a un fin; y para un medieval no hay nada más firme que la
intención de la naturaleza. Y agrega: “Intentio autem naturae universalis
dependet ex Deo, qui est universalis auctor naturae". Un gran remate: la
intención de la naturaleza depende de Dios que es el autor de la naturaleza.
Luego, la mujer no es algo ocasional sino algo previsto expresamente por Dios.
Santo Tomás, en el siglo XIII, no podía ir más allá. Pero su avance fue
espectacular.
Dr. Mario Caponnetto
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