Hace más de 100 años, en la puerta de lo que hoy es la Casa Histórica de la Independencia, un fotógrafo italiano retrató a su hijo junto al conductor de un carro que llevaba su laboratorio ambulante. Ángel Paganelli era su nombre y nunca imaginó que esa instantánea sería la única que se conservaría de la fachada original de la casa.
Paganelli y su hermano José embarcaron en Italia rumbo a la Argentina en 1860. Se instalaron en Córdoba, donde montaron una casa de fotografía y luego hicieron lo mismo en Tucumán. Trabajaron juntos hasta 1896, año en que disolvieron la sociedad. Jośe retornó a Córdoba y Ángel continuó en San Miguel.
Los retratos en estudio y en casas particulares era lo más solicitado en la época y el motor económico de la actividad. Pero a Paganelli lo movilizaban las imágenes de la ciudad, su arquitectura, plazas, calles e ingenios azucareros. Captar fotos de exteriores era complejo porque debía revelar las placas con rapidez antes que se secaran los químicos aplicados sobre el vidrio, por lo que Paganelli confeccionó un taller móvil montado en un carro que le permitió tomar y revelar fotos sin necesidad de volver a su estudio.
En 1869, en una de esas recorridas con su cámara de madera, fotografió a uno de sus hijos en la puerta de la Casa Histórica junto al conductor del carro que llevaba su laboratorio ambulante. Gracias a esa foto el arquitecto Mario José Buschiazzo pudo reconstruir, un siglo después, la fachada original de la casa donde se declaró la Independencia.
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