El pensamiento social cristiano entre el anuncio y la denuncia

Columna de Dr. Enrique A. Aguirre


La doctrina social de la Iglesia se manifiesta con “una tarea de anuncio y de denuncia” (Compendio DSI n° 81). En tal sentido la enseñanza social presume una visión antropológica y social propia – el ser humano creado a imagen y semejanza de Dios – proclamando la novedad evangélica que ilumina desde lo teórico la realidad social y orienta la concreción de acciones específicas desde la razón práctica: formulación que implica el reproche de las costumbres y actitudes pecaminosas “especialmente de los derechos de los pobres, de los pequeños, de los débiles” (ídem).

En la coyuntura actual es dable destacar ponderaciones que ocultan o desmerecen el “anuncio”, empobreciendo, licuando o tergiversando el Evangelio expresado en sus principios y valores permanentes, muchas veces con deliberado tinte de camaradería política en pos de gobiernos o poderosas tendencias partidarias; o desfiguran la “denuncia”, coadyuvando con la presión dominante de una cultura configuradora de variados tintes gubernamentales, a partir de premisas materialistas, consumistas, egocéntricas, propias de época.

En este último sentido, se observa en variadas formas de expresión del humanismo cristiano en la Argentina –  desde declaraciones oficiales de la Iglesia, pasando por comunicados o estudios de organismos o movimientos eclesiales, hasta los ensayos, notas del periodismo o particulares sedicentes católicos –  con un predominio que asusta: una suerte de tendencia a ponderar la realidad social desde las ideologías y culturas imperantes, especialmente a partir de clichés de lugares comunes.

De allí que estimamos que el “anuncio” no puede nunca desfigurar el tiempo litúrgico del calendario cristiano, una declaración en estos días no podría obviar el tiempo cuaresmal y la victoria de Cristo, muerto y resucitado¡¡. Como así tampoco el valor del ser humano frente a la barbarie de la cultura de la muerte, por más que haya sido – circunstancialmente – amparada por una ley positiva, injusta per se. Así como la “denuncia” no puede limitarse a meros datos sociológicos o económicos, por el contrario además de ocuparse por la altísima fidelidad de los mismos la mirada moral de los problemas económicos no puede obviarse, como por ejemplo desconocer la ausencia o desmembramiento familiar en la crisis educativa, o la ideologización de algunos gremios docentes que ocultan activas plataformas políticas cuando no alineamientos partidarios en favor del facilismo y la consolidación de la dominación demagógica de los pueblos.

En tiempos políticos altamente convulsionados, especialmente por una inocultable guerra cultural, en pos de una evangelización plena y profunda – jamás proselitista – sea oportuno recordar que “22 En realidad, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado” (Gaudium et spes).

ENRIQUE ALEJANDRO AGUIRRE.

El autor forma parte del equipo de redacción de El Cimarrón

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